Dr. Martens

Trabaja fuerte conmigo...

viernes, 21 de mayo de 2010

Ensueño

“La verdad no tiene tiempo especial. Su hora es ahora –siempre.”
--Schweitzer

1
Y aunque venga con abrumador encanto has de tarde o temprano despertar y afrontar la inalienable realidad. Así fue mi sueño, mi fantasía; ociosa posibilidad que no dejó jamás de ser irreal --hasta que aprendí a mentirme lo suficientemente bien el sueño que da de comer a la mágica expectativa de conquistar un mundo aún por descubrir.

Soy, al fin y al cabo, un ser humano, y por ende, falible a las tentaciones. El derecho a escoger emprender cualquier camino me envuelve del ánimo necesario para seguir caminando. Nada de malo en eso --el progreso de la civilización se basa en ello. No hay por qué temerle a lo desconocido si todavía, y porque todavía, no le conoces.

Al encontrarme soñando un goloso sueño me propicié a un precipicio --dándome un chapuzón en el lago de las mil y una maravillas, convalidando nuestra discreta relación.

Yo y mi imaginación nos dejamos recorrer lo más recóndito de nuestros deseos, de nuestras benditas ganas de mejorar, de trascender. Pero los sueños, solo son eso, sueños […] y a veces deben acabar.

2
¿Pero qué tal si se nos dispone de un cómplice? algo así como un punto de referencia; alguien que valide la irrealidad del sueño; alguien que al igual que tú, quiera, y pueda, a como de lugar, traer a furtición esa lunática idea somnolienta. Es entonces cuando los sueños dejan de ser solo sueños para transformarse en potenciales fabulosos delirios.

Pero no siempre aparece tal secuaz, y pocos son los que prefieren regresar del ensueño a la realidad.

3
Antes era otro transeúnte más de la vida, e iba por ella sin trazo evidente. Divagando hacía la experiencia, una tras otra, llenando de ideas mi imaginación. Pero de un tiempo para acá decidí tomar parte activa de la aventura, de la interacción, del intercambio.

Mi nuevo principio se basaba en tener claro que lo único que importa es mi afecto por la vida. Tenía de antemano el natural miedo de creer en algo como el amor.

Y me llevé tremenda sorpresa.

4
Un día conocí la diferencia y aquello fue intenso. Surreal, y olvidé por completo la cautela que en algún momento me inmunizaba del cuadro clínico que puede resultar ser creer demasiado en la turba esencia del amor compartido

Di por cierta la aseveración de la correspondencia, y me construí una burbuja de cristal, frágil e incontrolable, propia de una despiadada tragedia.

No soy persona de darme a querer, por lo regular hago todo lo contrario, tiendo a no mostrar interés genuino hacia nadie; y aun siendo como soy decidí no contenerme --y me di a querer, y me quisieron de vuelta.

5
Especular con arrogante certitud es solo tan malo como la mentira de creerte que una cosa es más probable que cualquier otra. En esa oración resumo algo que me tomó la perdida de algo más valioso que todo el oro del mundo para comprender, captar e internalizar.

Hoy como ayer soy alguien que aprende de cada instante, por que me llena saber que no estoy cerca de lo que yo seré siendo mío y para mí. Al final del día esa debilitada burbuja de cristal cedió; no solo porque en sus fundamentos era frágil, si no porque, con el transcurrir del tiempo, nunca supe fortalecerme para ser mejor y justo candidato, sin artilugios, sin pretensión. Una buena relación solo requiere de confianza, sinceridad y lealtad, y eso se compacta en una sola cosa cuando primordialmente eres tú mismo.

Ella dio lo mejor de sí para preservar lo verdaderamente importante –la amistad.

Y me alienta saber que, aunque el producto final de la relación entre nosotros no fue el que me engañé a esperar, fue un buen presagio para una nueva y mejor historia.

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