Seguro contaba con ocho o nueve años de edad para entonces... jeje no tan 'seguro' después de todo. Ocho, tenía ocho años de edad --comprobable.
Joel y Alex ........... Marcón, al igual que yo fueron criados en comunas públicas, caseríos, proyectos, sitios dispuestos por el gobierno para proveer de vivienda a los ciudadanos menos 'pudientes'.
Estos 'sitios' son característicos emblemas sociales de la dadora mano que el gobierno dispone. Diplomacia y pedacitos de colocación que ubican, aseguran y calman la conciencia de gente que por alguna u otra razón no pueden pagar un alquiler [de piso] sin ayuda estatal.
Cada inquilino -o prospecto inquilino- es un caso específico, y aunque la tendencia dicte que las 'madres solteras', las 'familias de varios tantos miembros' o 'los que con trabajo honesto aún no logran hacer suficiente lana para un alquiles' sean los perfiles que tal vez más se repitan entre quienes llegan a vivir de esta 'ayuda' no quiere decir que sean los únicos.
En fin, nos criamos así, en ese tipo de sitios, los tres; y siendo primos al fin nos relacionábamos muy bien, sin un preciso objeto --después de todo somos familia, sangre.
Cuando compartíamos era bueno, nos entendíamos bastante bien, a pesar de la diferencia en edades. Alex tenía 11 años de edad para aquel entonces, Joel 13, y esto no hacía más que involucrarnos aún más. No había un liderato inmediato entre nosotros, nadie mandaba a nadie en ese trío; y aunque yo nunca tuve la voz cantante en ningún asunto, esto se trataba de forma silente entre miembros, pues el hecho de que me subordinara en cierto sentido la edad era compensado por la experiencia --que era lo que realmente contaba en ese bonche.
Nuestros lugares de crianza hablaban por sí solos.
El caserío 'Kobadonga' quedaba en Trujillo Alto, municipalidad de Puerto Rico. Y era sitio caliente aquello. Los residentes vivían como cualquier otro mortal allí, pero entre algunos de los vecinos se cuajaba muy bien el narco, o mejor puesto, lo que vendría siendo la venta al por menor del trafico.
Igual que en Bahí-B.
Esto en nada había descarrilado nuestra línea de desarrollo, seguíamos siendo buenos chicos con buenas aspiraciones y nada de crímenes futuros a cometer en la mente --eramos tres chicos normales con cierta mañosa perspectiva, eso era todo.
Siempre admiré la inclinación hacía lo tecnológico de Joel; pensaba que era un genio... jugaba demasiado bien al Nintendo. Una vez, mientras tomaba una ducha, el muy curioso aprendió a grabar su voz en cinta magnética con un pequeño componente que tenía en mi cuarto, capacidad que desconocía tener este aparato. Recuerdo escuchar mientras me bañaba el primer 'loop' sonoro de mi vida, que fue la peculiar carcajada de Joel repetirse, una y otra vez, sin cambiar de forma ni tono. Salí con la toalla aun en la cadera, interesado con lo que escuchaba, todo para encontrarme a Joel teniendo un verdadero ataque de pavera. ambos reímos mucho ese día.
Alex era reservado, no recuerdo mucho de él además de su mala costumbre de tomar mis juguetes y lanzarlos trece pisos abajo al estacionamiento del edificio. Maldita mala costumbre esa...
Después de ese periodo los re-encuentros fueron cortos, pocos y esporádicos. Los tres crecimos el resto de nuestras vidas aparte, y eso estaba bien, nunca nos quejamos, era normal. Seguro los eché de menos pero no tanto como para exigir su presencia, ya me había bien acostumbrado a ser hijo único, a pasar los días sólo, con mi madre.
Un año después me mudé por primera vez de ese departamento --'abandoné el nido'.
Joel y Alex se quedaron en su sitio de crianza hasta la adultez.
A los 19 años de edad fui comunicado de la muerte de un familiar --tití Wissitta, la madre de mis primos. Se convocó un sepelio; la familia se reunió.
Mi hermano mayor me recogió el día acordado y nos presentamos juntos allá. Mi padre, mis varios primos, mis tíos, gente que no reconocía, en fin, había mucha gente allí para cuando llegamos.
El cadáver era otro, me decía la razón. No se veía como recordaba a mi tía; además de estar inerte y fríos -claro está- se veía distinto a la imagen que recordaba de ella. Mi tía era un amor, muy viva, extrovertida, sin un único pelo en la lengua; rápida en pensar, más rápida en defenderse, y esta naturaleza con el pasar de los tiempos se había auto-modificado de forma tal que hasta en la ofensiva era ágil, en vida. En muerte era otra, en muerte no '
era', seguro por eso no se me parecía.
Mi hermano la miró por poco tiempo, yo me quedé un ratito más (analizándola, despidiéndome de su -entonces evidente- irreverente cuerpo). Al terminar me apeé del colchón en el que se arrodillan quienes rezan y caminé el pasillo a la salida de una sala semi-oscuro hasta donde me sintiera seguro --ver la muerte en la cara no vigoriza en lo absoluto.
Caminando en dirección a la salida de la sala donde estaba el cuerpo alguien saca el brazo de la más negra oscuridad de los asientos y me agarra. Era una prima; Grisselle, prima que me lleva décadas de edad, y me conoce desde que nací. Les llamo primos-tías a ese tipo de 'primo', y pongo 'primo' entre comillas porque nunca pasa con los varones, ese afecto cuasi-maternal siempre vino de mis primas, las mayores, cuestión que me confundió por mucho tiempo pues no es hasta que crezco que realmente realizo que solo son primas, y que no les debo las bendiciones.
De todas formas, el brazo era el de una de esas ubber-amables primas que me quería ver, saludar y eso... en la sala de un funeral... jejeje, menudo afecto...
Cuando finalmente logro salir del cuarto veo a todos los hijos de tití. Todos ebrios, ninguno tranquilo... se hablaba, se lloraba, esto entre adultos, yo, bueno, todavía no era 'adulto' así que me pude refugiar al margen sin molestar. Esa noche la familia compartió mucha emoción, nos unimos por la causa y sufrimos la causa, nos cambió en conjunto, pero no nos mantuvo así. Después de esto todo regresó a la normalidad. Esa noche fue la ultima vez que vería a Joel libre, sano, juicioso, capaz, como siempre lo había recordado.
Luego, con los años, poco a poco nos enterábamos... uno a uno los hijos de Wissitta iban cayendo, quedando mal, con la justicia, con la sociedad, a veces ambos.
Cuando me enteré lo que hizo Joel, no lo podía creer, sencillamente me negaba.
Estaba en Florida (U.S.A.), quedándose con una hermana... No sé, supongo que buscaba trabajo o algo, nunca pregunté, no corroboré. El punto es que estando allí, tomó una noche, salió con su primo menor, para aquel entonces con tan solo 16 años de edad y -bajo circunstancias que aún no entiendo ni conozco del todo- asesinó a una estudiante universitaria a apuñalandole y dejó por muerto al novio de esta, el cual peleó mucho por su vida luego de avisarle a la policía del atroz crimen cometido.
Joel abandonó la escena del crimen y continuó la noche, llevándose al primo, que hasta donde escuché no tuvo ni quiso tener nada que ver con el siniestro, pero al estar presenté se le cargó de conspirador o algo así... De esto me enteré a través de la hermana de Joel, mi prima, la madre del adolescente primo. Ella nos contó lo poco que sé, que inmediatamente ingerí vomité por mi sanidad mental. Fue horrible... cosa de psicópata lo que hizo Joel... mi primo, con quien compartía gratos recuerdos, era duro realizar tanto, sin espacio al juicio, con lo concreto dado y la realidad tan irreversible como siempre.
Gracias a Dios tití no estaba viva...
Joel está en 'deatrow', esperando que las apelaciones se gasten en corte, porque cómo lo veo yo, nada lo salva de la aguja...
Quisiera irle a ver antes; quisiera verlo una ultima vez, para ver cuanto ha cambiado, a ver si ha sido demasiado el cambio, tanto como para notar lo que lo llevo a hacer lo que hizo, tanto como para no reconocerlo del todo, como el cuerpo embalsamado y sin vida de su madre, como lamentablemente lo recuerdo por mirarlo tanto aquel ultimo día que la vi...